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Boris Johnson ha querido agotar todos los plazos para negociar un acuerdo económico y comercial con la UE. Puede ser una puesta en escena con la que demostrar a los suyos que se ha resistido a ceder hasta que ha sido inevitable. Si analizamos el reciente acuerdo Reino Unido-Japón de libre comercio, las demandas europeas sobre estándares regulatorios comparables son lógicas y deberían ser asumidas por el gobierno de Londres. Pero la decisión de crear tanto suspense también le puede servir al primer ministro para lo contario, comunicar con más dramatismo una supuesta cerrazón de Bruselas, que sirva de excusa de la ruptura completa.
Es posible que a estas alturas Boris Johnson, incómodo ante asuntos de alta complejidad técnica, todavía